martes, 8 de noviembre de 2011

Voy a dejar el sucio hábito de coger el metro

Desde que he dejado de fumar siento que puedo dejarlo todo. A mi mujer y mis hijos los primeros, y con ellos dejaré la casa, pero no sólo eso. He descubierto que tengo fuerza de voluntad, y voy a dejar de comprar el periódico, del que normalmente sólo leo los titulares y miro las fotos, dejaré de planchar las camisas y no pienso cambiar las bombillas del techo del comedor cuando se fundan. Sobre todo, voy a dejar de responder al teléfono cuando no esté enamorado de quien me llama o cuando no tenga una noticia espectacular que comunicar a todo el mundo.

El viernes pasado me levanté y en seguida supe que nunca más iba a coger el metro. No era sólo que me sentía determinado a lograrlo a partir de esa mañana y para siempre, sino que me invadió una especie de lucidez sobre el asunto, y podía prever que ningún otro día entraría en ese sucio agujero en medio de la calle que lleva hasta los vagones del metro con tanta seguridad como que mañana saldrá el sol por el este.

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