lunes, 19 de diciembre de 2011

No sé si es penalti, pero expulsión seguro

Una vez tuve un profesor que repetía continuamente: ¡No caigan ustedes en el escepticismo! Pues caí. No sé si desde mucha altura pero caí sin freno, silbante, hasta el fondo.

sábado, 17 de diciembre de 2011

Sin identificar

No tengo muy claro que yéndote, por muy lejos que te vayas, puedas escapar. Me da la impresión de que no hay que confiar demasiado en la distancia.

viernes, 16 de diciembre de 2011

Algunas citas

Se habla de ese tren que, el 6 de agosto de 1945, recorría la costa en dirección a Hiroshima, transportando, entre otros, a los trabajadores de la mañana. Con tranquilidad, los viajeros miraban la ciudad a través de las ventanillas de los vagones. Luego el tren entró en un túnel y, cuando salió, los trabajadores vieron que ya no quedaba nada de Hiroshima.

martes, 13 de diciembre de 2011

No me ha pasado a mí solo

He vivido en ciudades en las que no he estado. Es verdad, aunque suena un poco raro. Lo intentaré de otra forma. He estado en ciudades sin darme cuenta. Eso es más posible. Quizás he pasado de largo mientras dormía en el asiento del copiloto de un coche que iba aún más lejos. Claro que sí, pero no me refiero a eso. Es igual, no quería llegar a ningún lado con esto, solo escribir la primera frase, que está clara sin más explicaciones.

lunes, 12 de diciembre de 2011

sábado, 10 de diciembre de 2011

Si existieran los fantasmas mi tía habría sido la primera en aparecerse

Solo hay dos opciones: o bien no existen los fantasmas, o bien hay algo en el más allá que le impide a mi tía aparecerse ante la familia como prometió.

viernes, 9 de diciembre de 2011

Normalmente me equivoco cuando me preguntan por una dirección

La indicación más rara que me han pedido fue cómo llegar a la playa en una ciudad sin mar.

Cuando me preguntan por una dirección suelo equivocarme. Quiero hacerlo bien, guiar al desconocido hasta el lugar correcto, pero la responsabilidad me supera y le acabo dando una respuesta precipitada. El otro día perseguí dos calles a una chica a la que había enviado en la dirección contraria a la que debía seguir, pero ella ya se había perdido entre la gente. Seguramente caminó hasta el abismo del fin del mundo y se despeñó por un precipicio hasta caer en las fauces de un monstruo de mil cabezas. Mea culpa, me precipité.