viernes, 9 de diciembre de 2011

Normalmente me equivoco cuando me preguntan por una dirección

La indicación más rara que me han pedido fue cómo llegar a la playa en una ciudad sin mar.

Cuando me preguntan por una dirección suelo equivocarme. Quiero hacerlo bien, guiar al desconocido hasta el lugar correcto, pero la responsabilidad me supera y le acabo dando una respuesta precipitada. El otro día perseguí dos calles a una chica a la que había enviado en la dirección contraria a la que debía seguir, pero ella ya se había perdido entre la gente. Seguramente caminó hasta el abismo del fin del mundo y se despeñó por un precipicio hasta caer en las fauces de un monstruo de mil cabezas. Mea culpa, me precipité.

1 comentario:

  1. A mí me ha pasado muchas veces. Lo de equivocarme. Y también algunas veces lo de volver en busca del ciudadano perdido, con esa misma sensación de terrible culpa por haberle arruinado la vida.

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