sábado, 3 de diciembre de 2011

Pues nada, qué va a pasar

Aquella mañana, la profesora escribió en la pizarra una fórmula matemática tan interminable que los niños de la primera fila sintieron la necesidad de cortarse las venas con el vidrio roto de una botella sucia, los de la segunda fila quisieron saltar desde lo alto de un rascacielos que se divisaba a lo lejos desde la ventana del aula y los de la última, que apenas distinguían las letras de la absurda ecuación, solo pensaban en eludir la muerte segura que les esperaba a sus compañeros de delante. La profesora, por su parte, pensaba en que un día le haría gracia ir a trabajar sin bragas, a ver qué pasa.

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